Como ser humano, y presidente del MAVO, pido perdón a toda aquella maravillosa gente que viene a Aranjuez invitados por el Vespeandoescuterclub a lo que llaman Concentración de Vespa Clásica. Se sabe que los vespistas que acuden a esta concentración son maravillosos, pero no conocen muy bien lo que se cuece dentro de este club masónico-mafioso que se denomina Vespeandoescuterclub. Yo se lo explicaré en breves párrafos y ejemplos.
Primero: tenemos a una de las insignias del club, un
tal Cardi, que dice que tiene una vespa, pero hace que no la saca desde el año
que asesinaron a Kennedy. Siempre nos cuenta que está rota, que la está
poniendo a punto… El caso es que le gustan más las 4 ruedas que los botellines.
Esta vez, con Moncho, su alma gemela, trajeron a la concentración una furgoneta
robada en un mercadillo de Villaverde Bajo para trasladar, a no quiero saber
dónde, los kilos de alimentos del vespeandosolidario. En la foto le captamos con la vergonzosa conversación
que demuestra la falsa solidaridad del club.
A las 11'30, tras las fotos en el
ayuntamiento, mera hipocresía de hermandad y amor, cuando en realidad no había más que
patadas por lo bajo, nos fuimos al Palacio Real. Aquí es donde ya se van descubriendo
las verdaderas intenciones de los miembros de vespandoescuterclub. No habíamos
hecho 1 kilómetro cuando Fran (del que luego nos enteramos que su bendito padre
le enseñó el amor por el cine de “autor”), comenzó preguntando: "¿Cuándo se bebe
aquí? ¿Estoy seco? ¿Y si nos tomamos unos botellines?" Este es otro que sale con la moto
por amor a los “octanos”, me dije. Pero la cosa no se iba a quedar ahí. Dos
vespas rompen. Por supuesto, las buenas personas nos afligimos, pero vean la
siguiente foto, por favor: vergonzosa de verdad. Este es el verdadero presidente del Vespeandoescuterclub.
Tras estos imprevistos todos los sanos partieron a
Villarrubia, y quien es el organizador del evento, Paco, me dice (a mí que no
quería admitirme en la concentración, alegando que siempre hago malos
comentarios en mi blog): “Anda, Pedro, quédate tú con ellos que conoces el recorrido, porque yo tengo que atender al resto de los invitados”. Yo, que soy buena
persona, no puedo negarme y me quedo con mucho gusto. Luego me enteré que
aquello de “atender al resto” consiste en tomar los mismos botellines que el
que más tome. ¡Cándido de mí, que nunca aprenderé!
Salimos los averiados de Aranjuez
a 13’10 horas, sobre el horario previsto para el pardillo del comandante Garcea,
y de Pablo. Este hombre es un bendito. Y, de repente, en la prolongación de
la calle de la Reina, nos encontramos al señor presidente, y consorte, en
una cuneta, sin la vespa. Los hemos pillado. Nos saluda como si tal cosa y veo por el retrovisor que ambos siguen recogiendo caracoles, cardillos y espárragos trigueros. A mí como
no me extraña nada de este club, continué con los averiados al encuentro del
grueso de la expedición. Luego me dijeron que el presi había reventado una
rueda y que se habían quedado tirados. Eso va a ser cosa del Kharma -o como coño se escriba- (Ver foto 2), pero
yo sigo pensando que hacía un día estupendo y aún tenían tiempo de recolectar un par de
kilos de espárragos para vender a los turistas en El Rana Verde.
Llevo con solvencia a la
retaguardia a la ermita de Nuestra Señora de Castellar de Villarrubia. Como
llegamos tarde nos perdimos la santa misa. Sinceramente de las pocas
cosas que me hacían feliz. Imperdonable. Maravillosas las vistas de la vega desde
la ermita de Nuestra señora de Castellar. Lo que más me gustó fue la enorme fábrica
de la cantera que ocupa el centro del paisaje, y de polvo de cal que llena el
ambiente. Un sitio elegido solo por personas de mal gusto para mostrar a los “invitados”
lo bello de la comarca.
Ya, algo agotado, y con la
satisfacción del deber cumplido, quise descansar unos minutos y tomarme la taza
de té earl gray que suelo beber los sábados después de oír misa. Pero mi sorpresa fue
cuando en el “bar” hay un tío que me dice que solo tiene botellines y refrescos. ¡Madre mía, qué despropósito! Ni agua mineral siquiera. Pero no tuve
tiempo ni de preocuparme. Cuando voy a pedir una mirinda me llama el “presunto jefe”,
Paco, y me comenta que David, el tercero en discordia, quien tenía que
organizar los asuntos en Ocaña, no había venido a la concentración por
encontrarse enfermo (cogiendo espárragos con el presi, pensé yo), que si hacía yo el
favor de encargarme de ello. ¡Y yo sin misa de 12 y sin mi earl grey!, pero con mi paciencia y diligencia, le dije que sí, que no me importaba, que haría
cualquier cosa por las personas que nos visitan, porque si es para el vespeandoescuterclub no ayudaba yo a cambiar ni una rueda, como hicieron conmigo a la entrada de Tembleque
unos años atrás. Le pedí a Paco su teléfono para llamar a las guías de turismo de
Ocaña y me dijo este que ni hablar, que no tenía saldo, que ya que me encargaba yo
de ello, que me buscara la vida y se lo pidiera a otro.
Tras pasar por Villatobas (me han
dicho que aunque sea mentira y no llegáramos ni de coña lo tengo que escribir
en la crónica, porque si no, los de vespeandoescuterclub me rompen las piernas,
“los recorridos son lo primero que hay que cumplir para ser un club serio”, me
dicen y “todos hemos ido a Villatobas, ¡me oyes!”. Y yo, que sé que ya han roto
algunos huesos por menos, digo que Villatobas es bellísimo, el paisaje, precioso. ¡Viva Villatobas!).
Llegamos a Ocaña, tarde, a las 14’20. Las chicas de turismo me echan la bronca a mí, por supuesto, porque preguntan por un tal José María, y cualquiera les dice dónde está. Nadie da la cara. Paco, silba por un rincón, Piri hace fotos a su vespa, Mofli se quita corriendo el chaleco de la organización y pone cara de turista… “Lo siento”, digo en nombre de un club que tiene todos mis odios (realmente fue esto muy duro. Es como si a uno del Madrid le obligan a decir que es mejor Messi que Cristiano).
Luego, en la plaza Mayor, me
piden por favor que acompañe a Óscar, y a tres o cuatro más a buscar un servicio
en un bar de la plaza. Me dicen que todos tienen mal la próstata. Veo sus caras de tristeza y me lo creo.
Pero los ladinos usan el bar para ponerse a beber botellines. Mientras
les recrimino su acto, porque esa actitud no hace bien a nadie, me pierdo la visita guiada al teatro y al palacio de los Cárdenas.
Apenas llegué a tiempo al restaurante, donde como más castigo aún si cabe, me
tengo que sentar junto a Paco y reírle los chistes. Y os digo que no tiene
ninguna gracia eso de que tenga en su teléfono un vídeo con un culo con
sujetador que parecen unas tetas, ni el bebé
que baila rock and roll. ¡Con lo feliz que me hubiera sentido junto a Antonio, conversando
de Literatura Comparada y de la recién finalizada temporada de ópera del Teatro
Real! Aquel no era mi día, estaba claro.
Por cierto, la comida bien, algo
caros los 30 euros que pagamos cada uno. La torrija, fue lo mejor, aunque había
que pagar 10 euros más por el suplemento del postre (eso me dijo, Piri, aunque se
reía mucho cuando se los metió al bolsillo). Luego, el cafetito en la plaza Mayor
(Tampoco tenían earl grey), y de retorno a Aranjuez. Yo pregunté si no íbamos al Figueroa como
siempre a tomar un gintonic, pero me dijeron que no, que eran las 6 y era muy
tarde y se iban todos a casa.
Yo estoy muy contento porque me
han dicho que si sobraba algún llavero me lo harían llegar. Estos del
vespeandoescuterclub son malas personas, pero a veces tienen buenos detalles.
Todas mis fotos.
Gracias a todos los que habéis hecho posible la IX concentración de Vespas Clásicas de Aranjuez, espero que todos hayan disfrutado y para el año que viene sea aún más numerosa. Yo disfruté como un niño. También gracias al sentido del humor de todos aquellos que prestan sus nombres y sus rostros para esta crónica. Os quiero. Un abrazo.
Si necesitáis alguna foto en tamaño mayor dejad un comentario en esta entrada o en el foro de vespeando y os la mando.
Pedro (comandante Garcea).
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